EL COMIENZO DE TODO.
- Renzo Amasifuen
- 17 sept 2018
- 3 Min. de lectura
2013
Cuando estaba en el colegio únicamente me dedicaba a estudiar, a la natación y a dormir temprano. Nunca había probado alcohol, ni mucho menos los cigarros. Se podría decir que era introvertido (quizá aun lo soy) a cada fiesta que me invitaban, no iba, por el enorme miedo que tenía hacia las personas y el no saber como relacionarme con ellas. Me daba mucha ansiedad sentir que no encajaba en ninguna parte, sobre todo, cuando tenía que salir al recreo.
Odiaba los recreos, era el peor momento del día, no saber a donde ir, con quien ir, ni mucho menos que hacer. "Yo vengo a estudiar, no a divertirme" me decía, mentalizándome para no sentir de a golpe que estaba completamente solo. Me la pasaba conversando con mis profesores, sobre la vida, la auto - realización, sus experiencias, historias que disfrutaba muchísimo más que estar en una esquina, aislado.
Muchas veces me la pase escondido en los baños, oculto, pensando si realmente valía la pena el existir, el continuar con el agonizante esfuerzo que me mantenía confundido la mayor parte del tiempo. Las personas que somos a sí, solemos reprimirnos bastante todo lo que sentimos, como si fuese enfermiza la necesidad de retener todo para poder explotar luego, empecé a disfrutarlo. Aprendí a vivir con dolor.
Antes
Tenía 15 años. Comenzó un día cualquiera, me levanté para ir al colegio, no pasaron mas de 5 segundos desde que abrí los ojos y todo empezó. Recuerdo muy bien la sensación inhumana y agonizante de no sentir absolutamente nada. Quería gritar como si estuviese retorciéndome de dolor sin ninguna sola expresión en mi rostro, estaba ido. Por dentro, me estaba ahogando. Lo máximo que pude tolerar sentirme a sí, fueron 36 días, antes de acudir a un psiquiatra. No soportaba las constantes ideas en mi cabeza. Empecé a sentírme tan vacío que podía desaparecer. Cometí el error de esperar demasiado para pedir ayuda.
Paso el tiempo, los medicamentos me estaban volviendo idiota. No podía faltar a clases, sentí que me estaba quemando por dentro, quería quitarme la ropa frente a todos. Deje de tomar todo tipo de pastillas, me volví rebelde, deje la natación, inventé una excusa, me iba mal en el colegio. Luego de clases, pasaba los días encerrado en mi cuarto, lo único que me mantenía comunicado con el exterior era mi viejo Walkman. Lo único que hacía era escuchar música constantemente.
En la madrugada eran los momentos perfectos en que podía escuchar música, entre el silencio y la tranquilidad de estar completamente solo, sin el ruido de las personas, podía tener paz en mi cabeza. Empecé a dormir de día y despertar de noche.
Mi rutina diaria era buscar y descargar música desesperadamente, como una necesidad. Era algo adictivo. Se apoderaba de mi. Me sentía tan bien conmigo mismo cada vez que encontraba música nueva, sinceramente, mis días volvieron a tener color. Mi vida empezó a tener sentido nuevamente.
Con el paso del tiempo, crecí con eso. Con el recuerdo de que alguna vez me perdí a mi mismo. La música me salvo de todo lo malo que pude haber hecho conmigo mismo. Empecé a componer y a escribir todo lo que pasaba en mi cabeza, era lo único que me mantenía con vida.
Después.
Son muy pocos los momentos que cambian radicalmente nuestras vidas. Nada vuelve a ser igual. Debo admitir que ese momento, en mi vida, termino definiéndome. La música, sin que yo me diera cuenta, me estaba curando. Había encontrado mi lugar. Nunca le había contado a nadie sobre esto. El miedo mata, nos consume, nos obliga a ser personas que no somos, no debemos tener miedo. Cada vez que tengo miedo de hacer o decir algo, me obligo a mi mismo a hacerlo.
Para mi es importarte compartir esta experiencia a todas aquellas personas que estén viviendo lo mismo, no estas solo, jamás llegaremos a estarlo, solo son nuestros demonios internos, a los que tenemos que matar continuamente a diario. Esto es lo que nos define. Todo depende de uno, buscar ayudada, confiar, re - construirte, no solo por situaciones como esta, en general, reinvéntate, crea, come algo rico, respira, sal, camina, ve una película, haz el amor, abraza a papá o a mamá porque aun existen y si no están, pues abrázate a ti mismo porque aun sigues vivo, tu lo vales y siempre lo vas a valer. Tu, yo, todos, estamos destinado a lograr grandes cosas, el chiste esta en encontrar el camino hacia nuestra grandeza.
Komentáře